La 01:03. Dyatlov, asegurado de que la potencia se estableció a 200 MW, insistía una vez más en realizar la prueba. A solicitud del supervisor de turno, Alexander Akimov, de apuntar esta orden en el diario operativo correspondiente, declaró desafiante tener la autoridad para cambiar los parámetros de la prueba en cualquier momento.
Estas competencias se convirtieron en el detonante que condujo al desastre. A causa de la falta de agua en el reactor, la alarma se vuelve a encender, pero nadie le da una apreciación objetiva. Incluso el prudente y atento Akimov, muy versado en ingeniería nuclear, no conocía todas las características del reactor. Él y sus camaradas son víctimas de años de encubrimiento y negligencia.
Desde principios de los años 60, el liderazgo soviético comenzó a dar prioridad a la energía nuclear. Nadie, ni siquiera la KGB, tenía derecho a interferir este proceso.
Los archivos desclasificados de la KGB contienen datos de que el gobierno no tomó en cuenta numerosos avisos de serias deficiencias en ciertos mecanismos en el diseño del reactor de Chernobyl.
El cuarto reactor se puso en marcha antes de lo previsto. La administración de la planta deseaba principalmente asegurar recompensas materiales para el liderazgo de su partido y ellos mismos. La seguridad era lo secundario.
El encargado de la construcción y la puesta en marcha de la estación, V. Bryukhanov, más tarde su director, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para terminar la construcción antes de lo previsto.
Docenas de infracciones durante la construcción e instalación, las desviaciones del protocolo técnico durante la puesta en marcha de la planta de energía nuclear costarán la vida de cientos de personas, y é tan solo pasará 10 años en prisión con sentencia en una institución laboral correccional.