Las 00:23. El panel de control del cuarto reactor nuclear, un timón que arrancará la cadena de graves eventos trágicos, irreparables, es el corazón burbujeante de la estación, con sus arterias nucleares complejas; es aquí donde se tomarán decisiones fatales. En manos de solo tres personas está el futuro del reactor.
Ya con 26 años, L.Toptunov – ingeniero jefe, controla la potencia del reactor. A. Akimov – ingeniero jefe, supervisor de turno. A la cabeza está el ingeniero jefe adjunto A. Dyatlov, un ingeniero nuclear experimentado, una personalidad extraordinaria, con inclinaciones dictatoriales. Pero el personaje principal tampoco es él, sino el recientemente puesto en marcha, sin haber pasado pruebas esenciales, cuarto reactor, fruto de la tecnología, que causa envidia de los científicos del Occidente y orgullo del gobierno del estado soviético.
La trágica noche del 26 de abril, Chernobyl guardaba dos secretos. El primero, las fallas técnicas peligrosas en el diseño del reactor. Los ingenieros no estaban informados, por lo que la imprevisibilidad del funcionamiento del reactor, especialmente a potencias bajas, era obvia. El segundo secreto estaba relacionado con Dyatlov. El átomo pacífico dejó profundas heridas en su corazón. Hace mucho tiempo, su hijo murió de leucemia provocada por la radiación. Deseoso por dominar la energía atómica y, en cierta medida, vengar la muerte de su hijo, tomó un riesgo injustificado, que resultó ser veredicto de ambos.
A tres kilómetros de la central nuclear se encuentra la ciudad de Pripyat. En el Pripyat que dormía tranquilamente, casi nadie sabía sobre la realización de un experimento peligroso.
La noche del 25 al 26 de abril, el personal de guardia debía completar las pruebas del reactor nuclear, con el objetivo de determinar el grado de seguridad. Surge una situación controvertida entre Dyatlov y los ingenieros superiores con respecto a la potencia con la que es seguro realizar la prueba.